Dejad a los niños venir a mí…

abril 13, 2009

JESÚS DE NAZARET Y LOS INSIGNIFICANTES DE LA SOCIEDAD (LUCAS 18: 15-17 )

INTRODUCCIÓN

La subcultura de los niños en situación es riesgo es una de las fronteras misioneras en la que, desde hace varios años atrás, existe una activa presencia de creyentes e instituciones evangélicas. A lo largo de América Latina se nota un creciente esfuerzo por revertir las condiciones infrahumanas en la que se encuentran miles de niños. Incluso, diversas instituciones evangélicas comprometidas directamente con esta tarea indeclinable para el testimonio cristiano, han establecido una suerte de alianza estratégica para luchar colectivamente contra la pobreza y defender la dignidad humana de los niños en riesgo. Pero, ¿cuál es la base bíblica de esta tarea? ¿Cuál es la perspectiva teológica en la que se sustenta este compromiso con la defensa de la dignidad humana de sectores sociales indefensos y marginados como los niños? Uno de los documentos del Nuevo Testamento en el que se hilvanan principios teológicos clave para responder a estas preguntas es el evangelio de san Lucas. En este evangelio se enfatiza el amor especial que Dios tiene por todos aquellos que son menospreciados por la sociedad, los insignificantes, los excluidos, los parias, los desechables, los indeseables, los menos importantes. Precisamente ese fue el caso de los niños en el mundo cultural judío del primer siglo. Veamos.

EL TESTIMONIO LUCANO

De acuerdo al testimonio lucano, la misión liberadora de Jesús de Nazaret, tenía como horizonte revertir el destino de los pobres y de los sectores condenados al ostracismo social como las mujeres, los cobradores de impuestos, los samaritanos y los leprosos. Para San Lucas, la proclamación de Jesús relativa al reino de Dios, tenía una connotación y una dimensión política incuestionables. Todo el evangelio da testimonio de ello. Particularmente, como ya se ha señalado, uno de los temas transversales en el evangelio de Lucas es el amor especial de Dios por los pobres y los marginados, entre ellos, los niños. En el mundo cultural judío del primer siglo los niños estaban en la periferia de la sociedad. A ellos se les consideraba como insignificantes e, incluso, como seres humanos incompletos (Gutiérrez 1989:223; France 1994:283; Morris 1997:192). De acuerdo el testimonio lucano, cuando Jesús comenzó a proclamar la buena noticia del reino de Dios, se relacionó con los sectores sociales indefensos y desvalidos como los niños.1 Jesús le dio un lugar especial al hecho de recibir con hospitalidad y bondad a los miembros menos importantes de la sociedad como los niños (Barton 1992:1102). Desde su punto de vista ellos eran también sujetos de su amor y, por lo tanto, beneficiarios del mensaje de salvación que él anunciaba. Públicamente manifestó que los niños también podían ser ciudadanos del reino de Dios. Lucas en su evangelio así lo registra (Lc. 18:15-17).2 Lo mismo hacen los otros evangelios sinópticos Mt. 19:13-15, Mr. 10:13-16). Pero no siempre los adultos valoran y tratan a los niños como seres humanos creados a la imagen de Dios. A menudo los valoran y los tratan como insignificantes y como estorbos. Así actuaron también los discípulos de Jesús en cierta ocasión. Ellos los valoraron y trataron como estorbos para el Maestro y consideraron que no valía la pena dedicar un poco de tiempo para atenderlos (Mt. 19:13; Mr. 10:13; Lc. 18:15).

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