Fuente: La Biblia Web
Samuel, el niño, fue el elegido de Dios para inyectarle nueva vida al ya desgastado liderazgo de Elí y sus hijos (1 Sa 2). David, el pastorcito de Belén, resultó ser el mejor equipado y entrenado para acabar con la fuerza bélica filistea, a expensas del poder militar del ejército del rey Saúl (1 Sa 17). El niño de la alimentación de la multitud en Juan 6.5 15 con sus cinco panecillos y dos pescados se unió a Jesús para darle de comer a más de cinco mil personas; un problema que los discípulos con su mente adulta no podían resolver “a la manera de Cristo”, es decir, a la manera infantil.
El profeta Isaías, al mirar el desastre en el que vivía su nación y los pronósticos desalentadores de su futuro histórico, vislumbró un mundo mejor, el mesiánico, radicalmente distinto al definido y diseñado por los adultos. Los que en el mundo “normal” son víctimas o victimarios, en este nuevo mundo se convierten en compañeros de vida (Is 11.6), y tienen por líder o pastor a un niño pequeño...
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